Un estado de ánimo

Arquitectos sanos, entornos saludables

Resulta evidente que los arquitectos y diseñadores tienen un papel fundamental que desempeñar en la mejora del bienestar mental de sus comunidades, o incluso en la salud mental en el trabajo. Pasamos entre el 80% y el 90% de nuestro tiempo dentro o rodeados de edificios, y cómo estén diseñados esos espacios influye en cómo nos sentimos y en la manera en que interactuamos con quienes nos rodean. Los habitantes de las ciudades corren un riesgo casi un 40% mayor de sufrir depresión, un 20% mayor de sufrir ansiedad y el doble de desarrollar esquizofrenia que las personas que viven en el campo.

Así pues, resulta extraño que a pesar de ser conocida la relación entre el buen diseño y el bienestar mental, este último rara vez se tenga en cuenta en nuestro ejercicio de la arquitectura. ¿Supone realmente un gran problema? Sí, y los problemas surgen en todas las etapas de la trayectoria profesional de un arquitecto.

Dinámicas de trabajo insanas en arquitectura  

Uno de cada cuatro trabajadores británicos sufre estrés, ansiedad o depresión en un momento dado, lo que anualmente se traduce en 70 millones de jornadas laborales perdidas, lo cual cuesta a las empresas miles de millones por pérdida de productividad y absentismo. Por eso resulta rentable mantener su mayor activo en buenas condiciones físicas y mentales para garantizar un capital humano satisfecho y productivo.

Los problemas mentales pueden afectarnos a todos, y muy probablemente nos afectarán, en algún momento de nuestras vidas, y sin embargo el estigma asociado con el tema sigue siendo motivo de que en el ejercicio de la arquitectura no se ofrezca este tipo de apoyo a los empleados. Si alguien se rompe un brazo, nos inspira empatía y entendemos el tiempo que probablemente necesitará para volver a la actividad, y la ayuda que requerirá para hacerlo, suponiendo que se recuperará y volverá a estar como antes. Sin embargo, la salud mental es menos previsible y más difícil de afrontar.

Lamentablemente, muchos estudiantes de arquitectura en el Reino Unido afirman sufrir problemas de salud mental relacionados con sus estudios, cuyas causas principales suelen ser la sobrecarga de trabajo y el endeudamiento. Estudian un mínimo de siete años para titularse; mucho más que en la mayoría de carreras. Las escuelas siguen fomentando el individualismo y la competitividad, frente a la colaboración y el apoyo mutuo, sometiendo a los estudiantes a una presión que después se prolonga en su vida laboral. Hay mucho por hacer a la hora de repensar cómo se enseña y se aprende la arquitectura.

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En el ámbito profesional, la probabilidad de padecer problemas de salud mental en el trabajo, aumenta entre los arquitectos debido a las jornadas interminables, la sobrecarga de trabajo, las ajustadas fechas de entrega, las exigencias de los clientes, los retos tecnológicos (sobre todo para los más veteranos) y la falta de apoyo en materia de recursos humanos.

“Debemos cuidar del equipo para que este pueda, a su vez, velar por el bienestar de aquellas personas que vivan y trabajen en los edificios que diseñan”.

Prestar atención en el ejercicio de la profesión

En nuestro propio estudio, es importante que prestemos atención a nuestro propio estado de ánimo y al de nuestros empleados. Indicios como los cambios de humor o de conducta en la interacción con los colegas, en el rendimiento o en la concentración son sintomáticos de que alguien tal vez necesite una atención especial.

En el caso de mi equipo, ello es motivo para iniciar una conversación y decidir juntos si hay que replantear las prioridades de la carga de trabajo y el tiempo libre. Según la gravedad de cada caso, recomendamos asistencia médica o cuidado personal. Organizaciones como la Architects Benevolent Society también ofrecen asesoramiento confidencial, apoyo y ayuda económica en caso necesario.

El mero hecho de escuchar y mostrar empatía puede ser suficiente para cuidar la salud mental en el trabajo, pero se puede ir más allá y crear una cultura que fomente en el equipo una actitud más comunicativa respecto a su estado de ánimo. Lo idea sería que la salud mental pudiera tratarse del mismo modo que la física. Muchos estudios disponen de personal capacitado en primeros auxilios, pero solo cubren los casos de índole física. ¿Podemos aspirar también a disponer de personal cualificado en primeros auxilios sobre salud mental?

El mercado en el que operan arquitectos y diseñadores no va a cambiar de la noche a la mañana, pero la manera en que dirigimos nuestros despachos sí que está en nuestras manos cambiarlo. Debemos cuidar del equipo para que este pueda, a su vez, velar por el bienestar de aquellas personas que vivan y trabajen en los edificios que diseñan. Son conceptos que deben ir de la mano.